Cada vez que siento dudas con respecto a la conveniencia de estar o no estar en los sitios, en lo público, en política, recuerdo a Amelia Valcárcel y en cómo moderó mi natural impaciencia y aspiraciones de unas prácticas inmaculadas- Ética para un mundo global-
A veces pienso que el ejercicio del poder está en manos de contrarios que se llevan sospechosamente bien; otras que mientras no tengamos alternativas que ofertar hemos de seguir ahí, jugando en Europa como dice el slogan del psoe. Algo huele muy mal en este juego. El simple hecho de que Berlusconi se haya atrevido a hacer lo que ha hecho nos da la medida de las posibilidades que deja el sistema al mindanguerío.
Iré a votar, sí, pero haré, si puedo, otras cosas.
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