miércoles, 29 de noviembre de 2017

De la Generación del 26



Llega un momento en el que una no sabe donde termina su ser individual y empieza su ser social.
"En mi hambre mando yo" contesta un jornalero andaluz al cacique que va a pedirle el voto. "En mi hambre mando yo" escribe Isabel Oyarzábal Smith en forma de novela. Y en mis ritmos, mis tiempos y mis anhelos mando yo.

Trabajamos a la Generación del 26 siguiendo la propuesta de denominación de Laura Freixas y que nos parece de lo más atinada. La pasión de cada una por la mujer elegida la transmite sin pretenderlo incluso. La última vez que nos vimos yo no pude ni hablar de la mía. Era tal el gozo de la comunicación, el entusiasmo, que no me atrevía a moverme para no romper nada. Sabía que todo esto era posible. Por eso no podía quedarme en un espacio donde ni siquiera podía plantear si "escribimos o no una carta a la prensa". "Es así" como diría Victorina Durán. Por eso el uso de otros espacios, la calle incluso. El mundo es tan inmenso...

Coordinar es trabajoso, sí, pero yo estoy íntimamente agradecida a las compañeras que han confiado en que podría hacerlo. Ahora me nutro de todas, de sus estilos, sus maneras de decir... Me resuenan frases enteras asociadas a rostros, sonrisas... Todo es amable. Y el dolor va cediendo.

Algunas personas quedaron atrás para siempre. Me sobran los motivos. Pero otras, estén donde estén, las llevo muy adentro. Y a alguna especialmente por alzar su voz cuando alrededor sólo había silencio.

Puede la ilusión a la decepción. Es así.







domingo, 19 de noviembre de 2017

Parecía tan difícil...


“Cuando a la forma primigenia de lo universal se le ponen obstáculos, entonces ésta se plasma por todas partes en su forma secundaria”.
                                                                                                                               R.W. Emerson


Leer esta cita y abrirséme un horizonte extenso y plagado de posibilidades fue todo una. Como las plantas, me dije. Si es que Todo está en las plantas, en la vida en toda sus manifestaciones. Si es que todo es lo mismo, sólo hace falta mirar con atención, no cerrarse en los límites de nuestra corta y pobre experiencia. Somos naturaleza, somos vida y la vida se expande, La vida vence.

Y aquí seguimos. El dolor retrocede y da paso a la esperanza, a la recuperación. Como las plantas. Ayer tuve que quemar muchas podas, pero sentía el fuego purificador, como parte esencial del proceso de la vida. No hay que temerlo, hay que quemar para que surja la regeneración. Sí, a veces somos capaces de reciclar, pero otras no; otras veces, sencillamente hay que quemar. Es el proceso natural de la vida.

Sigo. Seguimos. Las decepciones están ahí. Pero también el deseo de saltar sobre ellas. Me revisto de las vidas de las mujeres exiliadas, de las explotadas, de las mutiladas antes incluso de iniciar su desarrollo. Y doy gracias por levantarme cada mañana con la mente ocupada en saber más de las que ya sabemos y algo de las que no sabemos. Reconozco mi pasión,me disculpo ante mis cercanas por mis ausencias. No me he ido, estoy dentro de Oyarzábal, de V. Durán, de Concha Méndez... Estoy.


sábado, 11 de noviembre de 2017

He soñado



Me levanté, como cada mañana, a las seis. Tomé mi pastilla, miré algo en la prensa virtual,  me sentía muy cansada y muy triste -esto último ya va siendo una constante- y me acosté de nuevo. Tal vez sea porque ando corrigiendo textos y siempre que dudo me viene a la cabeza David; tal vez sea porque ayer me enteré de que ha publicado Estado de excepción y ponía a caldo a La Vanguardia por los errores cometidos; o tal vez sea por una añoranza intensa de lo que he vivido hasta ahora, cómo y con quién. El asunto es que he soñado con David Gallego Barbeyto, compañero y maestro de La Escuela de Escritores.

No ha sido gran cosa, pero me he visto junto al grupo del que formaba parte, me he visto en medio de un mundo amable al que siempre había tenido la inmensa suerte de pertenecer. Y al despertar he comprendido mucho mejor y me sentía muy bien, casi feliz.

Porque lo que he vivido este último año ha sido una pesadilla en todos los aspectos. Desconocía que una situación de maltrato pudiera arrebatarte el aire que respiras, o de silencio, o de yo no sabía nada. Pero ya pasó. 

Muchísima suerte, David. Te leeré en cuanto pueda. Todavía tengo el de Chiki en la pila de libros pendientes.Os quiero.

Miedo me da, pero os haré llegar el libro resultante de este precioso proyecto.