Llega un momento en el que una no sabe donde termina su ser individual y empieza su ser social.
"En mi hambre mando yo" contesta un jornalero andaluz al cacique que va a pedirle el voto. "En mi hambre mando yo" escribe Isabel Oyarzábal Smith en forma de novela. Y en mis ritmos, mis tiempos y mis anhelos mando yo.
Trabajamos a la Generación del 26 siguiendo la propuesta de denominación de Laura Freixas y que nos parece de lo más atinada. La pasión de cada una por la mujer elegida la transmite sin pretenderlo incluso. La última vez que nos vimos yo no pude ni hablar de la mía. Era tal el gozo de la comunicación, el entusiasmo, que no me atrevía a moverme para no romper nada. Sabía que todo esto era posible. Por eso no podía quedarme en un espacio donde ni siquiera podía plantear si "escribimos o no una carta a la prensa". "Es así" como diría Victorina Durán. Por eso el uso de otros espacios, la calle incluso. El mundo es tan inmenso...
Coordinar es trabajoso, sí, pero yo estoy íntimamente agradecida a las compañeras que han confiado en que podría hacerlo. Ahora me nutro de todas, de sus estilos, sus maneras de decir... Me resuenan frases enteras asociadas a rostros, sonrisas... Todo es amable. Y el dolor va cediendo.
Algunas personas quedaron atrás para siempre. Me sobran los motivos. Pero otras, estén donde estén, las llevo muy adentro. Y a alguna especialmente por alzar su voz cuando alrededor sólo había silencio.
Puede la ilusión a la decepción. Es así.
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