
cuando el silencio ayuda y los trabajos se detienen,
y aquellos que amo tanto se han marchado a sus cosas.
¿Cómo es posible que amando se esté solo?
Pero yo no he elegido este mal,
ni su voz, queda aún, y pretenciosa.
Aguardo en el lugar de siempre,
y vivo con fervor los instantes ganados
(...)
(Dionisia García. Tiempos del cantar.)