No me interesa saber de qué bienes gozan sus señorías, me interesa ahondar en los porqués de un sistema que permite estas monstruosas desigualdades, en los porqués de los silencios de los llamados partidos de izquierda que nacieron con vocación de justicia social, en los porqués de los silencios de una iglesia que no se posiciona ni defiende en lo concreto los valores que predica. Si sus señorías tienen este mundo y parte del otro es porque pueden tenerlo y eso es lo grave. No sé si tenemos esperanza como especie. Leo que más de trece millones de personas son víctimas de la hambruna y me pregunto qué diferencia habría si la cifra se multiplicase por cuatro o por diez. No, no creo que tengamos remedio. Dice Leonardo Boff que estamos gobernados por ciegos e irresponsables. Termino con sus palabras, pues las mías, en este hoy, son demasiado pesimistas:
Es imperativo un nuevo rumbo global, si queremos garantizar nuestra vida y la de los demás seres vivos. La civilización científico-técnica que nos ha permitido niveles exagerados de consumo puede poner fin a si misma, destruir la vida y degradar la Tierra. Seguramente no es para esto para lo que hemos llegado a este punto en el proceso evolutivo. Urge tener valor, osadía para cambios radicales, si es que todavía nos tenemos un poco de amor a nosotros mismos.
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