"Se hace urgente un poco de humildad y vernos en perspectiva. El universo tiene 13,7 miles de millones de años; la Tierra, 4,45 miles de millones; la vida, 3,8 miles de millones; la vida humana, 5-7 millones; y el homo sapiens unos 130-140 mil años. Por lo tanto, hemos nacido hace solo “unos minutos”, fruto de toda la historia anterior. Y de sapiens estamos pasando a ser demens, amenazadores de nuestros compañeros en la comunidad de vida. (Leonardo Boff)
Leo a Leonardo Boff, lúcido y disciplinado, en su columna de los viernes. Entonces miro a mi alrededor y comparo, y me deprimo un poco. Y recuerdo que anoche llegué a casa cuando daban el final de La Noche de la Iguana, cuando el anciano poeta consigue, por fin, la inspiración para terminar su poema. Entonces muere. Y me parece que es con este poema con el que deseo felicitar el Año Nuevo
Con qué serenidad la rama del olivo
mira como declina la luz del cielo,
sin un llanto, sin dolor, sin desconsuelo,
sin un rezo por el sol que se ha perdido.
Pero el árbol, por la noche ennegrecido,
llega a un día en que el cénit de su vida
se extinguirá por siempre,
aunque, enseguida,
de él una segunda historia habrá nacido.
Una historia que ya no será angélica,
un contubernio entre la lluvia y el surco.
Pues cuando al final el tierno tallo
tronco caiga como plomada sobre la tierra,
entre tierra y tallo, en placentera guerra,
una intimidad obscena se establece
y otro árbol brota que sus ramas mece
sobre el deseo corruptor de la tierra.
Y otra vez, la rama del olivo
mira como declina la luz del cielo
sin un llanto, sin dolor, sin desconsuelo,
sin un rezo por el sol que se ha perdido.
Ay mi Señor!
si pudiera hallar un nido
que me sirviera de próxima morada
no únicamente en esa rama dorada,
sino en este pobre corazón estremecido
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