Otra vez debo agradecer a Begoña que me dejase este libro que me ha acercado más si cabe a Elena Fortún y bastante a Carmen Laforet. "Se lee enseguida, se lee enseguida" me decía. Y así ha sido. Un domingo hermoso en cuanto a literatura y algo triste en cuanto a vida se refiere.
Miré la contraportada y leí: "Cristina Cerezales y Silvia Cerezales... " y después "hijas de Carmen Laforet" ¿Costaba tanto añadir el apellido de la madre? Es la costumbre, no tiene importancia: "las niñas no son nada" como le dijeron a Concha Méndez Cuesta mientras que a sus hermanos les preguntaban qué querían ser en la vida.
"Hoy está nublado. Aquí las nubes no vienen de arriba sino que brotan del bosque y van separándose de los pinos con esfuerzo, como si se arrancaran. De pronto todo el bosque se exalta como si brotara de él su alma y una masa blanca se adelanta hacia mi ventana dejándome dentro de una nube. Ocurre casi todos los días y a veces varias veces. Al fin sale el sol y todo se hace de oro" (Elena Fortún a Carmen.)
Pensaba en la belleza capaz de captar y transmitir espíritus sensibles, en el dolor de la separación, como si un pedazo de ti quedase en otro lugar, desgarro y liberación, dejar de ser en un medio para ser en otro.
"Ya sé que Carolina está contigo. Dile que yo sin conocerla la quiero porque te quiere y porque está a tu lado como yo querría estar. Dile que te bese de mi parte y que estando al lado tuyo te quiera un poco más de mi parte también" (Carmen Laforet a Elena)
Pensaba en la interrelación o interdependencia entre unas y otras personas. No somos seres aislados. Queremos a través de y rechazamos también a través de. Con lo que tiene de consolador (todos los fuegos el fuego) y de pérdida de nuestra individualidad. Yo apuesto por lo colectivo, pero no por un colectivo indiferenciado, sino por aquellos que sintonizan con lo que soy o aspiro a ser.
Que las diosas te protejan querida Begoña, discreta hasta para subrayar. Verás como al final todo se hace de oro.
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