He pensado enseguida en nuestras 13 rosas fusiladas y olvidadas en la más absoluta impunidad. Algunas lágrimas quedaron en las páginas de este libro de verano. Y al horror de la muerte de mis padres, declaraba un huérfano, había que añadir el silencio y el sentimiento de culpa por los horrores que habrían cometido. La injusticia es de tal envergadura que no imagino reparación posible. Y desde aquí defiendo una vez más la aprobación definitiva de la Ley de Memoria Histórica. Que mi nombre no se borre en la historia, nos pedía una de ellas, una de las 13 mujeres- algunas menores de edad- fusiladas el 5 de agosto de 1939: Julia Conesa Conesa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario