Ofensiva y demagógica la campaña de los obispos. Hiere hasta lo más hondo esta Iglesia a la que no hay quien se atreva a poner en su sitio. Porque esa campaña sale con fondos de un Estado que no me explico qué tiene de aconfesional. Por si no fuese suficiente el papel de la mujer en la historia y el presente de esa institución, ahora pretenden tildarnos de asesinas de niños y de niñas, supongo.
Dar categoría de ser humano a un embrión es inaceptable. A partir de ahí no podemos seguir. Pretenden hipotecar nuestros cuerpos, expropiarlos, como han hecho siempre.
Es nuestra decisión porque nuestros son los cuerpos, las mentes, las circunstancias, los problemas, los deseos...
Y pienso ahora en la niña brasileña de nueve años, violada por su padrastro, embarazada de gemelos y excomulgada. Ella y su madre. El padrastro, invisible.
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