"Tengo que matarte, María. Me has dejado solo". Con estas palabras, Juan Pablo Castell pone fin a la vida de María Iribarne. En torno a estos personajes de ficción Sábato construye su novela "El túnel", y en ella encontramos los elementos más profundos que mueven a un hombre a quitar la vida de la mujer por la que se siente abandonado. Una buena excusa para analizar la violencia de género a través de buena literatura.
Pero hoy quiero recordar al hombre comprometido con la historia. Nada justifica, bajo mi punto de vista, el desentendimiento de la sociedad que habitamos. Ernesto demostró con el Informe Sábato que ante todo era un ser preocupado por la vida de otros seres, por desentrañar la verdad y exigir justicia.
Nos deja su obra literaria, pero también su obra humana, su contribución y su trabajo por un mundo mejor.
«El 13 de julio de 1976, entre las 23 y 23.30 horas, golpearon fuertemente la puerta de mi domicilio en el Barrio de Belgrano, en esta Capital. En ese momento me encontraba terminándole de dar el pecho a mi hijo Simón. Forzaron la puerta y entraron entre 10 y 15 personas vestidas de civil, pero que se identificaron como miembros del Ejército Argentino y del Ejército Uruguayo. Uno de los oficiales se presentó como el mayor Gavazzo, del Ejército Uruguayo. Encontraron material escrito del cual surgió que yo trabajaba por la causa de la libertad en Uruguay; entonces comenzaron a torturarme y a interrogarme. Cuando me sacaron de la casa les pregunté qué iba a ocurrir con el niño. Me responden que no debía preocuparme, que el niño se iba a quedar con ellos, y que esta guerra no es contra los niños. Esa fue la última vez que vi a Simón y que tengo noticias de él.»
Pero hoy quiero recordar al hombre comprometido con la historia. Nada justifica, bajo mi punto de vista, el desentendimiento de la sociedad que habitamos. Ernesto demostró con el Informe Sábato que ante todo era un ser preocupado por la vida de otros seres, por desentrañar la verdad y exigir justicia.
Nos deja su obra literaria, pero también su obra humana, su contribución y su trabajo por un mundo mejor.
«El 13 de julio de 1976, entre las 23 y 23.30 horas, golpearon fuertemente la puerta de mi domicilio en el Barrio de Belgrano, en esta Capital. En ese momento me encontraba terminándole de dar el pecho a mi hijo Simón. Forzaron la puerta y entraron entre 10 y 15 personas vestidas de civil, pero que se identificaron como miembros del Ejército Argentino y del Ejército Uruguayo. Uno de los oficiales se presentó como el mayor Gavazzo, del Ejército Uruguayo. Encontraron material escrito del cual surgió que yo trabajaba por la causa de la libertad en Uruguay; entonces comenzaron a torturarme y a interrogarme. Cuando me sacaron de la casa les pregunté qué iba a ocurrir con el niño. Me responden que no debía preocuparme, que el niño se iba a quedar con ellos, y que esta guerra no es contra los niños. Esa fue la última vez que vi a Simón y que tengo noticias de él.»
Denuncia por la desaparición de Simón Antonio Riquelo (Legajo N° 7143) . Nunca Más. Informe CONADEP
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