Una mañana del 24 de diciembre estupenda. He acabado Celia, lo que dice y he conocido a Elena Fortún. Ahora sí. Ahora puedo hacerme una idea de quién era Encarnación Aragoneses Urquijo.
Una compañera ha trabajado su biografía. Supongo que sabía de ella más que yo, pues yo tan solo había leído Oculto sendero. Pero la vida no nos dice apenas nada, nos dice la obra. Y pensaba que eso puede aplicarse a cualquier persona.
Porque es en la obra donde se nos conoce. Y tras leer tan solo una, creo estar en condiciones de afirmar que Elena Fortún no tuvo una vida tan triste como creía. Su vida está sostenida por un poder de creación que deduzco sería muy grato para ella. Tal vez no pudo vivir esa "vida plena" a la que muchas veces aludimos, pero crear un personaje como Celia, que anda suelta y se cuela en nuestras vidas porque soy/somos ella, ha de ser como quien tiene una perla -llámese don- que no puede compararse a casi nada.
Hace poco aludía a su pesimismo o desesperanza en sus cartas a Carmen Laforet, pero ese estado de despedida no puede invalidar el todo que construye una vida.
Creo que fue María Lejárraga la que la convenció de que dejara lo de la representación de las máquinas Electrolux y se dedicara a escribir. Que las diosas bendigan a María Lejárraga por enseñarle el camino y a Elena Fortún por verlo.
Tendría carencias, es innegable, pero fuertemente compensadas por el poder de la creación.
Antes podía decir que conocía la vida, con limitaciones, de Elena Fortún; ahora puedo afirmar que conozco y amo a Elena Fortún.
Celia no nació para rescatar a Elena; Celia fue creada por Elena para rescatarnos a cada una de nosotras.
Deseando regresar.
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