Hace unos días nos daban por la Cuatro la imperecedera película La Vida de Bryan. Cuando Judith entra al lugar donde se celebra la reunión de célula donde todo se debate y se vota de mo crá ti ca men te y grita: ¡¡han detenido a Bryan, han detenido a Bryan!!, pensaba en la ONU y en sus resoluciones y en que sería mucho peor, como nos recuerda Amelia Valcárcel, si estos organismos no existieran, pero que a la vez existen temperamentos incompatibles con las políticas de mociones y votaciones mientras el mundo arde a bombazos, mientras vemos tirar piedras contra tanques o morir a familias completas. A estas alturas habrá gente loca de dolor, un dolor que se convertirá en odio al mundo y se concretará de la manera que sea, pero se concretará y el sufrimiento se extenderá como una mancha de aceite. Porque la violencia genera violencia, y la injusticia también. Esto es algo tan antiguo como el mundo que habitamos.
Tremenda película. Tremendo mundo.
Menos mal que Condoleezza Rice ha declarado que estamos trabajando por un cese el fuego sustentable y duradero.
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