Cada vez que he visto una imagen tomada desde este ángulo donde un hombre solo es aclamado por miles de personas he sentido una especie de rechazo por la soledad que uno encarna y la masa que otros representan. La tarde del discurso de Barak Obama no podía ver esa inmensa puesta en escena, ese despliegue de medios, ese culto a la personalidad y, en definitiva, esa poquísima diferencia con respecto a los faraones. Necesitamos líderes, cierto, pero a mí me gustaría más ver a un equipo de hombres y mujeres comprometidos con el cambio; una imagen así promocionaría el equipo y el apoyo mutuo.
De cualquier manera ya comenzamos a ver concretadas algunas de nuestras demandas: Guantánamo, Irak, y hace un rato acabo de escuchar la congelación de los sueldos de los altos cargos. Nos dice Amelia Valcárcel que dentro de la imperfección de nuestro mundo, nos protege en mucho la normativa de DDHH, la existencia de la ONU, la posibilidad de visibilizar, denunciar y condenar los atentados que se cometen contra pueblos y personas. Tal vez este hombre no pueda contra la maquinaria de intereses económicos, pero con estas medidas ya está demostrando una disposición impensable en la derecha más reaccionaria y cerril que hemos conocido.
Me hace gracia escuchar a Aznar hablar de valores. Me da en la nariz que se refiere a los valores de coacción para ejercer unos derechos civiles y libertad para engordar patrimonios sin límite. Ese exotismo que ve el señor Aznar es el que desde ya está mejorando en algo el mundo en general y en mucho el mundo de personas despojadas de sus derechos.
Démonos un repiro
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