sábado, 7 de abril de 2012

De esta Orihuela nuestra.




No sé quién o quiénes había detrás de ese mural, pero me conmovió profundamente ese añadido, esa licencia basada en la certeza de que Miguel Hernández, como tantos otros, no había visto a las mujeres. Lo sabemos, sabemos que en muchos casos no es animadversión, es sencillamente invisibilidad.
La recuperación de los murales de San Isidro a iniciativa de la Concejala de Cultura, Ana Mas, junto con la recuperación del Palmeral a iniciativa del concejal de Medio Ambiente, Manolo Culiáñez Celdrán, justifican por sí solas la continuidad de un gobierno decidido, preparado y dispuesto a abrir esos "vientos del pueblo" que no soplaban apenas por estas tierras. No obstante, y no niego que sea mi impaciencia, mi "sentido de la urgencia" como dice Sant Exupéry, observo una cierta relajación en los asuntos relacionados con la iglesia -en cuanto a privilegios- y en los relacionados con las mujeres. Respecto al primero duele ver que el peso de las tradiciones prima sobre la razón y el discurso de separación de poderes públicos. A veces conviene cuestionar las tradiciones, pues no por el hecho de serlo merecen continuidad algunas de ellas. Y en cuanto a las mujeres ahí estamos de nuevo invisibilizadas, o visibles a través de figuras que nos representan como la encarnación del mal que hay que aplastar: La Diablesa.

Tampoco figuramos en la página web del Ayuntamiento donde al día de hoy ni la palabra Igualdad o Mujer merecen ser recogidas.

Observo iniciativas por parte de la Concejalía de Educación o Sanidad de Ayudas destinadas a proyectos que fomenten... etc, etc... ¿Para cuándo igualdad?

Menos mal que al edificio para asociaciones se le ha dado el nombre de Carmen Conde, académica y poeta.