La Noria y otras hierbas

Anoche vi un poco de ese espectáculo de mal gusto que llaman La Noria. Hice la prueba de quitar la voz al televisor y me concentré en los gestos. Era tal el potencial agresivo en algunos rostros que, sinceramente, me dio miedo.

No sé quiénes diseñan, ni qué estudios hacen, pero sí que este tipo de programas se mantienen por su rentabilidad. Existen razones para casi todo, pero a mí no me convencen esas voces bien pagadas que pretenden hacernos creer que les mueve algo más que el dinero para prestarse a semejante chanza.

Poco a poco me doy cuenta de que habito un mundo hecho para los hombres. Ahora cuento intervenciones, noticias, titulares... Y veo cómo arremeten contra Bibiana Aído o Leire Pajín; o cómo las mujeres salimos en los medios de víctimas apaleadas y doloridas. Curioso. En la medida que una ahonda no tiene más remedio que modificar su condescendencia o buena intención.

Veo la estatura de las mujeres invisibilizadas y decido que el cambio deberá llegar de intervenciones más decididas.