miércoles, 6 de enero de 2010

De educación, gestos, castas.

Tras un ligero recreo en lo personal, regreso a lo público para poner el acento en algunas cosas que he leído y me han calado. Una de ellas es el artículo de Victoria Sendón en el que habla de las castas. Reconozco que me tuvo un rato pensativa hasta saber qué quería decir, dónde veía la dificultad de sus planteamientos.

En la casta religiosa no quiero entrar; sencillamente no me apetece. Pero el noviazgo-amancebamiento entre clase política y empresarial sí que me subleva y me desestabiliza. Que no nos cuenten cuentos, que si alguien paga fotos, carpas, anuncios y banquetes queda pendiente de cobro. De manera que lo primero que habría que abordar sería el control sobre la financiación de los partidos (Capítulo II, art.4c: Los partidos políticos tampoco podrán aceptar o recibir, directa o indirectamente, donaciones de empresas privadas que, mediante contrato vigente, presten servicios o realicen obras para las Administraciones Públicas, organismos públicos o empresas de capital mayoritariamente público.)

Por otra parte, y una vez financiados, estos partidos deberían dar cuenta de los valores que dicen defender. Y es la hora de los gestos. Es un escándalo de sueldos, dietas, prebendas, privilegios... Pienso en el mío, en mi partido, porque es lo que más me duele.

Un partido debería exigir ser algo más que una empresa regida por criterios empresariales. Ahí sí que me desmarco. Completamente.
Y una última cosa: la educación. Porque lo mínimo exigible al/la líder de un partido es la educación, el saludo. Es demasiado viejo el recurso de desviarse en la primera curva.

No hay comentarios: