jueves, 25 de septiembre de 2008

Corrupción

Vi a Leo Bassi en Lorquí hace un año. Revelación se llamaba aquella obra. Sé que puede gustar o no, pero es innegable su capacidad para transmitir verdades con mayúscula y con valentía. Siempre ha tenido problemas serios o amagos de problemas con la censura en el país de las libertades. Y ahora, como no, se ha caído del cartel de Murcia. Iba a denunciar la corrupción urbanística. Porque las denuncias pueden ser de muchos tipos, la mayoría de las veces vemos denuncias huecas, denuncias que se emiten porque el protocolo de actuación de partidos o entidades de control así lo requiere. Pero ni las partes denunciantes creen ni quieren que las cosas pasen de ahí, del reino de la charlatanería. Otras no. Otras contienen esa especie de alma interna que otorga vida propia a lo que hacemos. Y lo notamos. Se nota. Y con Leo Bassi no valen mandangas. Tiene garantizado el lleno, el aplauso y, probablemente, eso que llaman modificación de conducta. De manera que se cayó del cartel. Así es el poder. Libertades mientras no cuestiones mis fondos ni la manera de repartirlos, mientras no hurgues demasiado, un poco sí, pero hasta donde yo diga.
Hace un par de noches asistimos a los negocios en Irak. Vimos cómo han volado miles de millones de dólares a bolsillos particulares, vimos un hospital a punto de abrir con rendijas para albergar insectos en los quirófanos y, lo peor de todo, vimos la impunidad. El asco me impidió acabar de verlo al completo, pero acabo de encontrarlo en el enlace que os dejo y lo veré enterito, vaya si lo veré.
Como veré también a Leo Bassi porque terminará por abrirse un espacio en otro lugar.

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