martes, 5 de febrero de 2008

Contentas nos tienen

me permito el plural en el artículo que acabo de leerle a Tere Mollá. Siempre me pareció una mujer afinada y lúcida, pero hoy, qué queréis que os diga: me ha enamorado. Le doy paso:

es que no sabía que se iban a presentar a las elecciones…Y eso en la misma semana en que el Tribunal Constitucional refuerza el principio de igualdad entre mujeres y hombres. Hay que fastidiarse!!!
Y se empeñan en reforzar las posiciones reaccionarias que tienen un predicamento que apuesta por una sociedad desigual, con segregaciones y con políticas de escaparate que es lo que mejor saben hacer.
Si analizamos la nota que la Conferencia Episcopal ha sacado esta semana, nos daremos cuenta que están reforzando la posiciones del Partido Popular. Unos y otros (y utilizo el masculino de forma expresa) quieren una sociedad dominada por hombres en la que a las mujeres se nos destina un papel siempre subsidiario al de los hombres. Un papel en el que nuestra obligación debería seguir siendo la de regalar nuestros tiempos para que la sociedad funcione y que estos, nuestros tiempos, sigan sin tener el mismo valor que el de los hombres. Pero eso para los reaccionarios del PP carece de importancia.
Pero no es así. Las cosas no son así, porque nosotras, las mujeres estamos aquí y afortunadamente tenemos derecho a votar.
Ellos, lo señores de faldas largas y negras, han entado en campaña “episcopal” y yo, al mismo tiempo en campaña-antiepiscopal y, por ende en campaña anti partido popular.
Y lo hago porque el próximo nueve de marzo, el día de las elecciones generales, quiero votar (y también pedir el voto) a quien me dé garantías de que mi condición de ciudadana será respetada, que se legislará de acuerdo con los principios de igualdad y equidad.
Porque quiero que si, decido abortar, por cualquier circunstancia, nadie venga a buscarme a mi casa para pedirme explicaciones y además lo pueda hacer en la sanidad pública.
Por que nadie tome mi palabra sin mi permiso para decir cómo he de vivir y cómo he de convivir en mi vida privada.
Porque no quiero que me regalen mil euros por mi condición de mujer trabajadora, cuando en el paro existe miles de mujeres paradas en condiciones mucho peores que las mías.
Porque quiero vivir en paz y que no me lleven a guerras ilegales y, además me mientan cómo lo hizo en su día Aznar.
Y así un largísimo etcétera. Pero además a quienes gobiernen les voy a exigir que eliminen las barreras que a las mujeres se nos siguen imponiendo para el acceso al trabajo. Que se hagan políticas activas para poder hacer compatibles la vida familiar, laboral y la personal y no sólo para las mujeres, sino también de los hombres puesto que se trata de corresponsabilizarlos en las tareas domésticas y en el cuidado de personas mayores, menores y dependientes.
Quiero un Gobierno de progreso, que nos ayude a avanzar y que impida que los señores de faldas largas y negras o los responsables máximos de cada credo o creencia nos impongan sus formas y sus fondos. Y para eso hay que profundizar en el concepto de acofesionalidad del estado.
Quiero un Gobierno que apueste por unos servicios públicos y de calidad que son los encargados de redistribuir la riqueza entre toda la población, garantizando servicios básicos a toda la población como la sanidad, la educación o los servicios sociales básicos.
Por eso voy a comenzar a pedir el voto para las opciones de progreso que planten cara a esas posiciones más reaccionarias y que pretenden controlar nuestras vidas.
No voy a permitir que lo hagan, al menos por mí no va a quedar. Pero además yo también he comenzado mi campaña e invito todas las mujeres a que pensemos a la hora de votar que ese gesto sencillo, votar, es nuestra mejor arma para pararles los pies.

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