Hace setenta años, el último día del 36, le llegó a D. Miguel el fin tan temido. Su obra es recurrente en este sentido: Prefiero el Infierno a la Nada. Haz hijos, haz hijos para no morir del todo. Sufro yo a tu costa/ Dios no existente pues si tú existieras/ existiría yo también de veras. Su angustia interior no le restó un ápice en cuanto a su implicación con lo público de su tiempo. Llevaba recluido, en arresto domiciliario desde el 12 de octubre, día en que se enfrentó, con el vigor y la pasión que lo caracterizaron, a Millán Astray. Venceréis pero no convenceréis.
Duele ver las imágenes de su entierro a hombros de falangistas apropiándose de una figura que no les correspondía ni por hondura ni por trayectoria. Algunos usarán sus palabras, su figura, pero les delatarán sus acciones.
¿Qué somos? Entes que circulan de su nada a su nada, chispas de conciencia que brillan un momento en las infinitas y eternas tinieblas.
(Del Sentimiento trágico de la vida)
Esta chispa de conciencia madrugó hoy para decir junto a tu dorada Salamanca, para publicar que has sido.
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