«Enseguida la República en su leve e indeleble existencia resultó ser la Niña. Ésa que aparece inconfundiblemente en la pintura española y en especial en el más diáfano cuadro de historia que se haya escrito, íbamos a decir y no lo corregimos, "Las Meninas", de Velázquez. Esa niña que no puede acabar de coger la rosa que le ofrece su enigmática aya. Rodeada de monstruos del inconsciente mientras en la claridad del fondo al maestro que mira cuando se está yendo deja entregada su mirada. Y en el espejo del fondo, las figuras casi ahogadas de los reyes como si desde un pasado remoto estuviesen mirando así todo sin ver apenas nada. ¿Y quién mira a la Niña? Todo parece estar y moverse en función de ella, centro pálido, indefenso. Alba incipiente detenida en un tiempo cuajado, ofrece tan sólo su presencia que sólo el fluir del tiempo vivificaría».
(María Zambrano)
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