Aung San Suu Kyi mantiene su singular combate contra la dictadura que vive su país basado en el ejemplo pacífico de Gandhi y en su fe budista que le llevó a defender una revolución del espíritu que se manifiesta mediante el reconocimiento de la necesidad del diálogo y la compasión por los más humildes.
En el año 1990 ganó las elecciones con el 82% de los votos, pero la Junta Militar se negó a aceptar los resultados y más tarde decidió mantenerla en arresto domiciliario.
Prisionera de conciencia por Amnistía Internacional, Premio Nóbel de la Paz, Premio Simón Bolívar, hoy el mundo entero miramos ese rostro único capaz de devolver la esperanza a un pueblo despojado de sus derechos por el imperio de la fuerza.
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