Había una vez un instituto nuevo que estaba en
Callosa de Segura. Los padres y madres del pueblo habían peleado mucho porque sus hijos fueran allí porque les parecía que un instituto nuevo era lo mejor de lo mejor y es deber de padres y madres luchar porque sus hijos tengan lo mejor del mundo conocido.Pero, a los pocos meses, un viento del norte desconsiderado, tumbó una valla y el instituto apareció viejo.
—¿Quién ha sido? preguntaron los políticos?
—Ha sido el viento, contestaron los técnicos.
—Pues pongamos una demanda al viento, dijeron los políticos, ya que nadie debe dudar de nuestra honorabilidad.
Y el viento tuvo que rendir cuentas ante un juez muy serio con gafas cuadradas.
(Dedicado a Mariano González)
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