Hija del general del Ejército Libertador Enrique Loynaz del Castillo, autor de la letra del Himno Nacional de Cuba, Dulce María, nace en La Habana, el 10 diciembre 1902, en el contexto de una familia, de gran sensibilidad ante las manifestaciones artísticas y culturales y de consustanciales sentimientos patrios, entorno familiar altamente propicio para la poesía.
Su libro Poemas sin nombre fue traducido en 1955 al italiano. Ofreció conferencias y lecturas, tanto en Cuba como en España. Fue electa miembro de la Academia Nacional de Artes y Letras en 1951, de la Academia Cubana de la Lengua en 1959 y de la Real Academia Española de la Lengua en 1968.
En el año 92 recibió el Premio Cervantes.
Muere en su ciudad natal, La Habana, en 1997.
Padre nuestro que estás en la tierra;
en la fuerte y hermosa tierra;
en la tierra buena;
Santificado sea el nombre tuyo
que nadie sabe; que en ninguna forma
se atrevió a pronunciar este silencio
pequeño y delicado..., este
silencio que en el mundo
somos nosotras,
las rosas...
Venga también a nos, las pequeñitas
y dulces flores de la tierra,
el tu Reino prometido...,
Hágase en nos tu voluntad, aunque ella
sea que nuestra vida sólo dure
lo que dura una tarde...
El sol nuestro de cada día, dánoslo
para el único día nuestro...
Perdona nuestras deudas
-la de la espina,
la del perfume cada vez mas débil,
la de la miel que no alcanzó
para la sed de dos abejas...-,
así como nosotras perdonamos
a nuestros deudores los hombres,
que nos cortan, nos venden y nos llevan
a sus mentiras fúnebres,
a sus torpes o insulsas fiestas...
No nos dejes caer
nunca en la tentación de desear
la palabra vacía - ¡el cascabel
de las palabras!...-,
ni el moverse de pies
apresurados,
ni el corazón oscuro de
los animales que se pudre...
Mas líbranos de todo mal.
Amen.
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