lunes, 8 de enero de 2007

Memoria histórica

Leo que el PP, dando muestras una vez más de su cacareado espíritu democrático, impedirá el nombramiento del tribunal de cinco notables para rehabilitar a las víctimas del franquismo. Aquí no pasó nada, no hubo víctimas, ni represión, ni torturas, ni muertos. Porque lo que no se cuenta no existe. Así de sencillo.

Por eso quiero hablar de un libro, subrayar autor, título y contenido.

Título: Los girasoles ciegos.
Autor: Alberto Méndez.
Edit. Anagrama.

Son cuatro relatos, deliciosos, tristes y hondos relatos que de alguna manera se dan la mano entre sí a pesar de que cada uno tiene existencia propia por separado . Un capitán del ejército franquista que el último día de la guerra se pasa al bando de los vencidos; un esqueleto adulto, otro diminuto, un diario bajo una piedra; un soldado que sortea la muerte por un tiempo falsificando sus recuerdos; un sacerdote obsceno que no duda en utilizar todos los resortes materiales y espirituales a los que tiene acceso para exterminar al vencido.

Es literatura, buena literatura, pero es verdad. Y lo sabemos muy bien los que lo sabemos de primera mano.

En España no se ha cumplido con el duelo, que es, entre otras cosas, el reconocimiento público de que algo es trágico y sobre todo, de que es irreparable, nos dice Carlos Piera. El duelo no es ni siquiera cuestión de recuerdo: no corresponde al momento en que uno recuerda a un muerto, un recuerdo que puede ser doloroso o consolador, sino a aquel en que se patentiza su ausencia definitiva.

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