domingo, 16 de septiembre de 2007

Las trece rosas: ¿Quién y cuándo se repara esto?

Una de las mayores torturas del Madrid caliente y borracho del principio fue la miliciana del mono abierto, de las melenas lacias, la voz agria y el fusil dispuesto a segar vidas por el malsano capricho de saciar su sadismo. En el gesto desgarrado, primitivo y salvaje de la miliciana sucia y desgreñada había algo de atavismo mental y educativo. Quizá nunca habían subido a casas con alfombras ni se habían montado en un siete plazas. Odiaban a lo que ellas llamaban señoritas. Las aburría la vida de las señoritas. Preferían bocadillos de sardinas y pimientos a chocolate con bizcochos(...) Eran feas, bajas, patizambas, sin el gran tesoro de una vida interior, sin el refugio de la religión, se les apagó de repente la feminidad. El 18 de julio se encendió en ellas un deseo de venganza, y al lado del olor a cebolla y fogón del salvaje asesino, quisieron calmar su ira en el destrozo de las que eran hermosas.
(José Vicente Puente- Diario Arriba, órgano de la Falange- 16 de mayo de 1939)

Pocas veces en mi vida vi condensado en letras tanto odio, parcialidad, injusticia y mala baba. Apenas si puede añadirse nada pues la elocuencia con la que expresa este hombre su desprecio profundo hacia las mujeres republicanas la deja a una casi paralizada. Pero después de la parálisis y al abrir de nuevo los ojos hay que decir, reivindicar la memoria de nuestras mujeres muertas y silenciadas y evidenciar la de los asesinos, cómplices e ideólogos del fascismo.
Leo en El País Las propiedades de Franco y me pregunto si tendremos suficiente fuerza y constancia para denunciar todos los atropellos que se comentieron desde los 4o años de poder absoluto y exigir la reparación material y moral que en cada caso sea menester.

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