martes, 18 de septiembre de 2007

Lo último en arte conceptual...

nada. Eso es.

Una galería de Gales abre sus puertas sin nada en las paredes. Como le leen. Sin un clavo o una triste alcayata siquiera. Se invita a los espectadores a que recuerden experiencia pasadas. Así de sencillo. Una vuelta de tuerca completa para llegar a nada. No sé qué costará la entrada. Tal vez, y para comenzar bien la experiencia, se debería pagar en reales; y tal vez para que se llene la sala debería no ir nadie; o tal vez el concepto no abarque el asunto del costo o la visita. Leo que Pope, el artista de 40 años nos dice que la cosa va en serio y ha colaborado con un neuropsicólogo de prestigio que declara a su vez que el objetivo es generar una mayor comprensión de la neurosis. Y no se lo pierdan, el proyecto ha contado con financiación pública y privada. Para que vean qué es lo que se paga en estas sociedades nuestras tan avanzadas: nada.

Por lo menos José Hierro se calentó la cabeza para redondear su soneto:

Después de todo, todo ha sido nada,
a pesar de que un día lo fue todo.
Después de nada, o después de todo
supe que todo no era más que nada.

Grito «¡Todo!», y el eco dice «¡Nada!».
Grito «¡Nada!», y el eco dice «¡Todo!».
Ahora sé que la nada lo era todo,
y todo era ceniza de la nada.

No queda nada de lo que fue nada.
(Era ilusión lo que creía todo
y que, en definitiva, era la nada.)

Qué más da que la nada fuera nada
si más nada será, después de todo,
después de tanto todo para nada

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