martes, 11 de septiembre de 2007

Nos dice Rajoy...

que puede formar 50 gobiernos mejores que el del PSOE. Y yo le pregunto: ¿para quién, Sr Rajoy? ¿para ustedes, históricamente defensores de los público y a favor de las clases más desfavorecidas?, ¿para la Iglesia, insaciable en su poder de control divino y humano?, ¿para sus compañeros de partido o sus mentores más recientes?, ¿qué nos dice del yernísimo de D. José María y sus negocios dentro y fuera de nuestras fronteras?, ¿o tal vez el mejor gobierno sería para las mujeres, pobres pecadoras que se divorcian, abortan, se casan entre ellas y todavía se atreven a hablar del sistema de cuotas?

Ya lo creo, ya... Usted está pensando en España Una, Grande, Libre y Nacionalcatólica.

Un discurso muy actual.

Ayer pasó por los juzgados de Orihuela un compañero suyo. Un asunto menor, los sobrecostes de la Glorieta. Se pasaron de 1´8 millones de euros a 7´2, es decir de 300 millones de pesetas a 1.195. Así, como el que no quiere la cosa. El asunto está en los Juzgados y los jueces serán los que en base a las pruebas dictaminarán su veredicto. Pero servidora tiene todo el derecho a pensar y, con prudencia, a expresar. Y me da que se repite demasiadas veces el viejo truco del almendruco. Concurren a unas obras públicas diferentes empresas. Una de ellas presenta un presupuesto suicida, es decir más bajo de lo que , según costos del mercado, podría hacerse la obra. Se lleva la ejecución. El Ayuntamiento, Comunidad, InstitutoX, o lo que sea queda la mar de bien, PERO... al poco tiempo la empresa presenta un modificado según el cual hay que elevar el costo inicial por los motivos x. Y ahí está la trampa. Esos modificados, que no deben superar un tanto por ciento de la obra y se deben hacer exclusivamente por motivos excepcionales-una subida del cemento imprevista, por ejemplo- pasan a hacerse con una alegría y asiduidad incomprensibles para el ciudadano medio que al final se queda pensando, ¿de 300 a más de mil? Uhmmmm... No me cuadra.

Sr. Rajoy, No. Y no utilice más el término Como Dios Manda porque ni Dios Manda, ni usted, si se sometiese a sus mandamientos mentiría o tergiversaría la realidad hasta donde escuchamos cada día.

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